Una de las ventajas (son pocas, ay!!) de tener una hija adolescente es que te facilita el "enganche" a programas televisivos inverosímiles. Ya hemos sufrido y sudado con Fama (y hablamos del "porté" y del lírico como si hubiéramos pasado por el Bolshoi) y ahora nos toca una nueva edición de Supermodelo.
En la primera edición ya hicieron cosas raras: admitir a una niña mofletuda e insoportable que se convirtió en la más odiada de España (en ambientes de menores de 16, claro), hacer desfilar a las aspirantes con huevos en vez de tacones y convertir la llorera (y el casi mobbing) en cualificación profesional. Yo la verdad es que no me imagino a Naomi o Kate Moss sorbiendo mocos por los gritos del fotógrafo de turno, pero bueno, cosas más raras pasan...
Este año es de mayores de edad (vamos que se evitan las denuncias de Prodeni)y admiten chicos. En cuanto a los profesores hay un estilista inverosímil (pero con mucho encanto, odia las mechas !!!) y una profesora extranjera para darle aires cosmopolitas al evento (pero que es clavadita a Juan Tamariz, lo juro). Pero estos concursos viven de sus participantes, y de verdad que son un grupo de sosos impresionantes. Y siempre expulsan a los "mejores": flipábamos con Roberto, ese canijo con aire entrañable y barriguita al que han echado por "no sacar su lado masculino".
Como lo oyen, el chaval va directo a la portada de Zero
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