No es país para viejos no es película para ver a la hora de la siesta tras más cañas que tapas, como hizo aquí la amiga servidora que me temo llegó a roncarse parte del metraje. No culpo del sopor a los Cohen y sí al lúpulo. Se impone un segundo visionado. Cuelesquiercaso olé por el paisano Bardem.
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