jueves, 27 de diciembre de 2007

Cuando “grandeur” rima con “horreur” (Sarko/Bruni 1 de 2)


Me lo pide Mariquilla (y a ella no sé decirle que no) y aquí me lanzo a contar por qué me deja horrorizada el amor fou-mediático entre Bruni y Sarkozy.

Primero por el descoque, nada de vacaciones en casa (el Elíseo no está nada mal) no señor, hala a Luxor con avión privado, 26 coches, la suegra, los chiquillos… ¿qué pasa, que los franceses no tienen euríbor ni nadie que diga “esto quien lo paga”?

Y el detalle de Eurodisney, entre cursi y pasto de chistes fáciles, pero si allí sólo son románticos los japoneses.f

Luego, las cosas claras, a Sarko le sobra entrega pero le falta glamour: esa especie de chándal que me lleva en su paseo nocturno…

Ella es demasiado lánguida, y a él se le ve muy visceral, por favor, si Sarko es él que debería ser italiano.

Él no para callado y ella sólo tiene esa media sonrisita… poco diálogo, más bien sólo “sarko-monólogo”

El encaje político-diplomático es complicado, ya me veo a esos asesores sudando tinta pensando cómo colocar a la novia presidencial en las cenas.

El acoso de los paparazzi también va a hacer estragos porque un día vale, dos también, pero algún día querrán salir a cenar o a ver el Nilo sin quedar cegados por los flashes.

¿Y el futuro? Porque con el carné de baile de los dos, la cosa no va a durar y luego qué: el pobre Nicolás de estribillo de canción triste con guitarrita, pasto de anuncio de Nescafé, como si lo viera…

Eso se contagia, está claro, así que, Sonsoles, a ZP me lo tienes controlao que cualquier día lo pilla Inés Sastre

Y ya nadie piensa en Cecilia, qué sí, que ella empezó primero, que si lo dejó… vale, sí, pero un affaire tan sonado a los tres días como aquel que dice… Y a Cecilia se la veía lista y presidencial (y llevaba los tacones como todas las francesas: como si hubiera nacido con ellos) y además es prima de Gallardón, que vaya cenizo que tiene esta familia con el poder (seguro que Esperanza ya ha invitado a la pareja a Madrid con tal de fastidiar)

Bueno, Mariquilla, qué me dices?

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