viernes, 27 de febrero de 2009

Samanta Villar: viva la madre que te parió


Dije ya que la anorexia tiene el mismo glamour que la funda de ganchillo de un botijo, (y mucha menos gracia). Ningún trabajo periodístico visto por estos ojitos que se ha de tragar la incineradora, escapa de la superficialidad, los tópicos, la noñería o directamente el "niputaideismo".

Con estos desalentadores precedentes, me dispuse anoche a ver 21 días sin comer (en Cuatro)... y mis prejuicios hicieron tal estruendo al caerse al suelo que los vecinos llamaron a la poli local.

El trabajo de Samanta Villar es original, brillante, arriesgado y perfectamente ponderado. Ha sabido comprender, sin justificar, el comportamiento de las enfermas. Sin falsos mitos y ni pizca de frivolidad. Sin mezclar Cibeles con merinas. Las anoréxicas vistas por Villar no son ni frikis ni princesas, sino personas con vidas y estómagos vacíos cuyo problema destroza organismos y familias.

Sencillez sin simpleza y una empatía periodística que ya ni recordaba. Mostró la dureza de convivir con este bicho y cómo descarna el día a día dejándolo en un sucedáneo lento, agotador, monótono, y profundamente triste. Dejó claro, sin fanfarria ni poses de "que interesante soy" la facilidad con la que puede atraparte... y que librarse de él es tan jodido como posible.

Gracias Samanta. Qué bueno, tía.

1 comentario:

Ana Asuero dijo...

Yo ví el reportaje y me quedé sin palabras. Impresionante trabajo!